viernes, 2 de mayo de 2014

Concepto de evaluación educativa



     La evaluación educativa es un proceso que partiendo de un marco determinado de valores y de un marco metodológico específico, analiza una realidad con el fin de  establecer un juicio valorativo de ella. Esto trae como consecuencia una acción transformadora sobe la realidad según el juicio valorativo o más aún la transformación de ambos aspectos, dentro de un proceso dinámico”. (Barriga Díaz, Frida, 2005, p. 182)

Una verdadera evaluación educati­va, coherente con las orientaciones ideoló­gicas expresadas, es un proceso sistematizado e institucionalizado, no dependiente del cri­terio o la decisión de un maestro, sino de la constatación del grado en que se logran los objetivos educacionales propuestos para un curso, una asignatura, un grado, etc.

La determinación de los tipos, momentos e instrumentos de evaluación forma parte importante de la planificación educativa y de la elaboración de cada programa esco­lar.      

Para evaluar un proceso o el logro de un objetivo es necesario, ante todo, medirlo de alguna manera de modo que sea posi­ble manejarlo cuantitativamente.
Esto implica el desarrollo de instru­mentos adecuados para medir aquello que se pretende evaluar. Si el instrumento arro­ja datos erróneos o si mide algo distinto del objeto de evaluación, todo el resto del pro­ceso resultará desviado o equivocado.

Así, por ejemplo, no puede evaluarse la capacidad de hacer una interpretación critica de algún hecho histórico a través de un examen que únicamente pregunte fechas, nombres y datos concretos, sino del planteamiento de un acontecimiento y de sus implicaciones para que el alumno haga el análisis crítico correspondiente, de acuer­do a ciertos lineamientos.

La medición es una parte necesaria de la evaluación. Ciertamente, medir no es sinónimo de evaluar, pero es indispensable medir para evaluar. Frecuentemente se dice que hay fenó­menos que no son medibles y que para evaluarlos sólo es factible hacer de ellos una descripción cualitativa.

Es conveniente dedicar unas palabras más a enfatizar y clarificar la función de la medición en el proceso evaluativo, pues mientras unos autores las identifican, otros afirman que cierto tipo de evaluación no requiere de mediciones.

“La medición es sólo una parte de la evaluación. El gran desarrollo tenido por la psicometría, especialmente después de la Guerra Mundial y hasta la década de los cincuentas, concentró a los psicólogos y educadores en el desarrollo y la estandari­zación de tests, reduciendo la evaluación a la elaboración y aplicación de instrumen­tos de medida. El manejo estadístico de sus resultados, basado en la Campana de Gauss (curva normal de frecuencias), se convirtió en la norma definitiva de compa­ración”. (Barriga Díaz, Frida, 2005, p. 68).
La omisión de la evaluación de los resultados de la medición, al pasar directa­mente del resultado numérico de un exa­men a una calificación es una de las causas de que esa califi­cación se haya desvirtuado y carezca de un significado preciso y sea incomprensible.

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