viernes, 9 de mayo de 2014

Metodologías en la formación de los Formadores



         Es importante señalar que los formadores y/o docentes,  también tienen sus complicaciones en cuanto a métodos y forma para su aprendizaje, debido al gran cúmulo de Stress que acumulan día a día en el ejercicio de su labor educativa, por lo que se hace necesario la utilización de metodologías que los motive y le induzca a aprender nuevas formas y nuevas pedagogías para la realización de un mejor desempeño laboral.
         En tal sentido, Imbernón (1994; p. 131). Plantea lo siguiente: “La metodología ha de ser fundamentalmente en la investigación y en la practica directa ya que la formación de los formadores presenta una dimensión cuádruple: Experimental, experiencial, disciplinaria y practica”. Pero, si formar a los formadores quiere decir que los individuos adquieran las competencias necesarias para ejercer ese oficio con profesionalidad, su propia heterogeneidad plantea la cuestión de ¿para que es necesario formarlos? ¿Cuáles son los conocimientos y las destrezas que necesitan adquirir? Para responder a estas cuestiones se adhieren a Le Botet y Viallet (1976) que ya hace años propusieron un método consistente en describir las situaciones profesionales de los formadores el cual lleva a descubrir, dentro de la diversidad de situaciones contrapuestas, cinco consideradas profesionales, ya anteriormente mencionadas, que son: responsable de formación, gestor de formación, especialista en medios pedagógicos, profesor y profesor-consultor.
         En torno al personal que forma a los formadores o profesores, existen también algunas consideraciones, que vale la pena aclarar. para estar mejor ilustrado al respecto, sobre el particular se puede decir lo siguiente:
… el personal que forme a los profesores ha de contribuir tanto a su formación académica como a la formación metodológica y personal. Es evidente que las competencias son necesarias en el marco de una disciplina, dentro del terreno de las relaciones humanas y sobre todo, en la capacidad para hacer evidente, en el oficio de formador, la transmisión del conocimiento y la relación con el profesor cualquier enseñante y aun más cualquier formador de enseñante, que accede a su función, o a una nueva forma de sus funciones, ha de recibir una formación complementaria que tenga en cuenta todos los aspectos de la acción pedagógica que tendrá que llevar a cabo. (Imbernón, 1994; p. 131).
 
Sobre el concepto vertido por Imbernón, al respecto hay que decir lo siguiente:
A menudo se observan en estudios realizados por estudiantes de término, que una gran mayoría de docentes están laborando fuera de su área; esto agregado a la mala formación que reciben los profesionales de la educación va generalizando un problema, que de seguro dejará sus huellas en el sendero que recorre la educación.

Ahora bien, a lo que se refiere el autor de la cita anterior a este comentario, es a la educación que debe seguir un profesional, luego de haber concluido sus estudios universitarios, lo lastimoso es que un alto porcentaje de docentes consideran que su vida estudiantil ha terminado después de haber obtenido el título. Equivocados o no, no es menos cierto que la inversión en educación de un profesional de la educación asociada al sueldo que devenga es incosteable por sí mismo, lo cual talvez explica porque en el sector educativo existen tantos profesionales mal formados y estos a su vez, mal forman a los futuros profesionales de mañana.  

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