La evaluación del aprendizaje del alumno puede
clasificarse de varias formas, atendiendo al momento y a quien hace la
evaluación. De acuerdo al evaluador esta puede ser autoevaluación, coevaluación
y Heteroevaluación. Por el momento en que se realiza: diagnóstica o inicial,
formativa o del proceso y sumativa o final.
Cada tipo de evaluación tiene sus
características propias que la distinguen y hacen vital para una evaluación
objetiva; realmente los tipos de evaluaciones se complementan y componen un
todo en el proceso de enseñanza aprendizaje.
Partiendo del concepto de evaluación como un proceso dinámico, íntimamente ligado al
desarrollo de los programas educativos, desde hace algún tiempo se viene
hablando de evaluación continua. Pero este término es inadecuado: la evaluación no
puede realmente ser continua y el considerarla así ha llevado a algunos
maestros a hacer de su evaluación algo totalmente asistemático y bastante
confuso, en donde ya no se sabe cuál es la finalidad de una actividad concreta,
si es de aprendizaje o de evaluación, y no hay elementos para establecer el
grado de avance de un alumno en un momento dado.
Para otros maestros la evaluación continua es
una sucesión de pequeños y frecuentes exámenes que se promedian y contienen en
pequeñas dosis los grandes vicios de un examen final único. Frecuentemente a la
mitad del curso hay alumnos con un promedio tan bajo o tan mediocre que los
desalienta a esforzarse el resto del curso.
2.4.1 Evaluación
diagnóstica.
Generalmente maestros y alumnos inician un
curso partiendo de una serie de suposiciones que en muchas ocasiones resultan
muy alejadas de la realidad. El maestro de Matemática supone que sus alumnos
dominan las operaciones fundamentales con enteros, decimales y quebrados; el
maestro de estadística supone que los estudiantes de licenciatura tienen suficientes
conocimientos de álgebra.
Por otro lado, los estudiantes a menudo suponen
que ya no les queda nada por aprender de historia, puesto que en los años
anteriores han obtenido muy altas calificaciones; o suponen que los conocimientos
que les permitieron presentar con éxito el examen de la asignatura anterior
pertenecen ya al pasado y no son necesarios para la nueva asignatura; o bien,
se dan por vencidos de antemano diciendo que no entienden nada de matemáticas,
no sirven para el dibujo o no saben nada de inglés.
Esa serie de suposiciones o prejuicios origina
con frecuencia grandes confusiones, fracasos, pérdida de tiempo y dificultades
entre maestro y estudiante. Buscando un remedio para esta situación se realiza
la evaluación diagnóstica, para partir de una realidad y no de las suposiciones
ya referidas y desarrollar el curso en función de las necesidades y
posibilidades reales del grupo, evitando repeticiones inútiles, situaciones
confusas y falta de comprensión por desconocimiento de la verdadera situación
de los estudiantes.
La evaluación diagnóstica es la que se realiza
antes de iniciar el proceso enseñanza-aprendizaje para verificar el nivel de
preparación de los estudiantes para enfrentar los objetivos que se espera que
logren.
No todo cuestionario inicial es una evaluación
diagnóstica. En muchas ocasiones se piden a los alumnos al empezar una
asignatura datos administrativos, personales, familiares, de tipo
socioeconómico, académico, etc. Todo esto puede ser muy útil para el
conocimiento del grupo o de cada alumno, pero no se refiere específicamente al
aprendizaje. Procura información, pero no con fines de evaluación.
2.4.2 Evaluación
formativa.
Es difícil introducir
cambios en un programa ya estructurado, pero hay necesidad de establecer
sistemas de evaluación durante el proceso de formación de ese programa, de modo
que en ese periodo de elaboración se tengan elementos para mejorarlo.
En el aprendizaje escolar se encuentra una
situación mucho más problemática: las deficiencias encontradas al final del curso
son ya irremediables, al menos para ese grupo y en ese curso, pero si son
localizadas a tiempo, pueden corregirse y aumentar la eficacia de la enseñanza
al máximo.
Por tanto, se entiende por evaluación formativa
la que se realiza durante el desarrollo del proceso enseñanza-aprendizaje para
localizar las deficiencias cuando aún se está en posibilidad de remediarlas.
2.4.3 Evaluación
sumativa.
Si bien la evaluación formativa constituye una
importante innovación en la práctica de la evaluación educativa y cumple un
papel vital al contribuir a un eficaz aprendizaje, no es menos importante la
evaluación sumativa, puesto que la verificación de los logros obtenidos en un
programa o en una unidad mayor del mismo es un paso esencial en un trabajo
sistemático. Por consiguiente, ya que un curso ha sido impartido, una vez que
un programa ha sido aplicado cuando un aprendizaje ya ha tenido lugar, se
realiza la evaluación sumativa.
Este tipo de evaluación es el que más se asemeja
a lo que de hecho se viene realizando en las universidades, aunque con muchas
fallas.
“La evaluación sumativa es la que se realiza al
término de una etapa del proceso enseñanza-aprendizaje para verificar sus
resultados, es decir, para determinar si se lograron los objetivos
educacionales estipulados para un curso o para una unidad mayor del mismo y en
qué medida fueron logrados por cada uno de los alumnos”. (Casanova, 2002, p. 53).
La principal diferencia con la evaluación
formativa es que la sumativa se ocupa de resultados y no de encontrar fallas
ni su por qué. Por lo tanto, este tipo de evaluaciones se enfoca a los
objetivos terminales o generales, que han de lograrse al término de un año,
un semestre escolar o todo un programa; o bien, a aquellos objetivos que
implican el dominio de otros subordinados o más concretos que comprendan una
unidad completa de conocimiento o una habilidad o destreza más o menos complejas.
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