Jean Piaget, fue uno de los investigadores más
significativos por despertar el interés en el desarrollo cognoscitivo de los
niños pequeños, o sea, en el desarrollo de la habilidad de entender, pensar y
razonar. Según Piaget, los niños de este Nivel atraviesan las siguientes
etapas:
Según MINERD (2004, pp. 4-5). De O a 2 años, se denomina
a esta etapa sensoriomotriz. En ella el desarrollo del niño y de la niña depende
casi en su totalidad de las experiencias sensoriales, actividades motoras y movimientos
corporales. En los primeros días, los infantes actúan sobre los objetos a
partir de reflejos innatos, posteriormente comienzan a adaptarse al medio a través
de experiencias nuevas.
EL progreso en esta etapa depende principalmente de
los estímulos del ambiente y de las personas que inciden en el niño o la niña
en interacción con sus necesidades y sus deseos de involucrarse en las
experiencias. La experiencia educativa beneficiará a los niños y las niñas de
esta etapa, ofertando un ambiente rico en cantidad y calidad de estímulos, así
como una atención personalizada. Los niños recién nacidos y las niñas recién
nacidas se dan cuenta de la existencia de los objetos sólo cuando los están
viendo o sintiendo.
Hacia el final de esta etapa desarrollan la noción
de la permanencia de los objetos, es decir, comprenden que siguen existiendo
aunque no estén a la vista. También se inician en la capacidad de representar
mentalmente objetos y acciones, con lo cual pueden imitar de un modo diferido
(en ausencia del modelo) y utilizar símbolos, sentando las bases para el desarrollo
progresivo de su lenguaje.
Otra manifestación importante del desarrollo
cognoscitivo se refiere a la conformación de las nociones sobre espacio, tiempo
y causalidad, en su manifestación práctica, que quiere decir perceptiva y
motora, lo que permite la construcción posterior de los conceptos.
De 2 a 6 años,
Jean Piaget denomina a esta etapa preoperacional, porque considera que
el pensamiento ya es cualitativamente diferente al de la etapa anterior, lo es
también respecto del pensamiento de los niños y las niñas mayores y del de los
adultos. La etapa preoperacional se caracteriza, para este autor, por la
construcción de un pensamiento intuitivo o prelógico, también denominado
simbólico o preconceptual. Este posee las siguientes características
principales: el egocentrismo, la incapacidad de descentralizar, la
irreversibilidad y el razonamiento transductivo. A continuación se explica en
qué consiste cada una de esas características. (MINERD, 2004, p. 5).
El egocentrismo consiste en que los niños y las
niñas entienden una situación sólo desde su punto de vista, es decir,
poniéndose ellos y ellas como centro de atención y de explicación de todo. Al
principio de la etapa, esta característica tiene una presencia muy fuerte, que
luego con las diferentes experiencias se va superando hasta que se construye el
pensamiento lógico. La experiencia educativa ofrece al niño y a la niña de esta
etapa amplias oportunidades, puesto que cada uno y cada una tienen que
conciliar sus intereses con los y las demás y con los de los adultos y las
adultas. El pensamiento centrado en los deseos del niño o de la niña se expresa
de maneras diferentes, por ejemplo las siguientes:
Finalismo, que consiste en pensar que todo está
hecho para un fin o según un plan establecido e inteligente. Por ejemplo, si un
objeto rueda hacia una persona, el niño o la niña de esta etapa se preguntará
si el objeto “sabía” que esa persona estaba allí.
El animismo, que consiste en concebir a todas las
cosas como si estuvieran vivas, con “ánima” o alma, es decir, con intenciones.
Por ejemplo, la lámpara que está prendida o la luna que ilumina, están “vivas”.
Las nubes “saben” que avanzan para llevar la lluvia.
Artificialismo, que radica en creer que todas las
cosas han sido construidas por el ser humano o por una actividad divina,
actuando según un patrón humano. Por ejemplo, las montañas “crecen” porque se
han sembrado piedras “fabricadas” o los lagos han sido producto de
excavaciones.
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