Cada vez
que hay que tomar decisiones, y se encuentra por medio el factor dinero, es
imperante en análisis de las variables, por lo que todos los administradores
deben de ponderar alternativas, muchas de las cuales implican sucesos futuros
que son inevitable o existe la imposibilidad de prever, también existe la
reacción de la competencia a una nueva
lista de precios, las tasas de interés dentro de tres años, la confiabilidad de
un nuevo proveedor.
El
término riesgo se usa de manera similar al de incertidumbre, pero, sin temor a
dudas ambos términos difieren uno de otro. Se habla de riesgo, cuando se
conocen las probabilidades de los posibles resultados de la inversión; y de
incertidumbre cuando no es posible determinar tales probabilidades. Así, la
diferencia entre riesgo e incertidumbre radica en el conocimiento del que toma
las decisiones acerca de las probabilidades, o las posibilidades, de que se obtengan los
resultados deseados por los que emprenden el negocio o la empresa.
Para ser
más explicito, se produce el riesgo
siempre que no se sea capaz de prever con certeza el resultado de alguna
alternativa, pero se cuenta con suficiente información como para prever la
probabilidad que tenga para llevar a un estado de cosas deseado.
Bajo
condiciones de incertidumbre es poco lo que se sabe de las alternativas o de
los resultados, es decir, quien emprende el proyecto no posee la información
suficiente para determinar las probabilidades de los sucesos posibles a suceder,
lo cual lo obliga a realizar una serie de conjeturas con el propósitos de
asignar a los diferentes resultados una probabilidad subjetiva.
En torno
a lo expresado anteriormente, el riesgo y la incertidumbre son condiciones
imprescindibles para la toma de decisiones en la que los administradores conocen
la probabilidad de que una alternativa específica lleve al logro de una meta o
resultado deseado “riesgo”; y por otro lado se enfrentan a condiciones externas
imprevisibles o cuando les falta la información necesaria para el
establecimiento de la probabilidad de determinados sucesos “incertidumbre”.
Sin
embargo, y a decir verdad, el empresario debe ser consciente es esto, la
asunción de un riesgo exige obtener algo a cambio.
Ningún
empresario debe asumir riesgos sin una compensación. De aquí que exista una
indisoluble relación entre riesgo y rentabilidad en la mayor parte de las
decisiones financieras de una entidad. La asociación habitual entre ellas es
positiva, es decir, a mayor riesgo, mayor rentabilidad esperada, y viceversa.
Esta
relación está presente en todas las decisiones del negocio en la medida en que
su objetivo está siempre indisolublemente ligado a la obtención de determinados
niveles de rentabilidad y a la maximización del valor de la empresa para su
propietario.
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